Seguramente nuestro AN tiene registro de la cosmovisión ancestral en donde tanto mexicas, texcocanos, tlaxcaltecas y demás pueblos prehispánicos veneraban a sus muertos al final del ciclo agrícola del maíz. y cuando una persona moría, se le enterraba envuelta en un petate con comida, por si le daba hambre en su recorrido al inframundo, ya que su camino era azaros y lleno de diversas pruebas, para llegar ante la presencia de Mictlantecuhtli y mictecacíhuatl, dioses de mictlán o lugar de los muertos.
Y aunque en 2007 el inah (Instituto nacional de antropología) emitió un comunicado en donde una de sus investigadoras aseguró que el origen de esta celebración era totalmente católico, es una realidad que los mexicas tenían una fascinación hacia la muerte y por adornar sus templos con cráneos, pero lo que sí es indiscutible es que al igual que nuestra identidad, es una muestra más de la fusión de dos culturas disímbolas.